Creemos en un Dios eternamente existente que creó todas las cosas y por quien todas las cosas existen. Dios se ha revelado a nosotros como nuestro Padre, en Su Hijo Jesucristo, y como el Espíritu Santo, con atributos distintos pero sin división de naturaleza, esencia o ser. Jesucristo es Dios manifestado en carne. Él es a la vez Dios y hombre.
(Deuteronomio 6:4; Juan 1:1-14; 2 Corintios 13:14; Génesis 1:26; Matthew 3:16-17, 28:19; Lucas 1:35; Isaías 9:6; Juan 10:30; Efesios 4:4-6; Colosenses 2:9; 1 Timoteo 3:16)
La Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Es verdad en todo lo que enseña. Como la Palabra de Dios perfecta, es nuestra única autoridad para lo que creemos y cómo vivimos.
(2 Tim 3.15-17)
Solo hay un Dios. El único Dios se ha revelado a nosotros como nuestro Padre, en su Hijo Jesucristo, y a través del Espíritu Santo. Jesucristo es el Hijo de Dios, es decir, el único Dios manifestado en y a través de una auténtica vida humana. Ver a Jesús es ver a Dios.
(Deuteronomio 6.4; Juan 14.9; Efesios 4,4-6; Col 2.9; 1 Tim 3,16)
Todo el mundo ha pecado y necesita salvación. La salvación viene por gracia a través de la fe basada en el sacrificio expiatorio de Jesucristo
(Rom 3,23-25; 6,23; Efesios 2,8-9)
Creemos que nuestra fe en el Señor Jesucristo se expresa invocando Su nombre en las aguas del bautismo. El bautismo en agua es un acto de obediencia que se identifica con Jesús en la muerte al pecado, la sepultura de la vieja naturaleza y la resurrección a una nueva vida.
(Mateo 28:19; Hechos 2:38, 8:12, 16, 36-38, 10:48, 16:33, 19:5, 22:16; Marcos 16:16; Romanos 6:4; Colosenses 2:12)
Creemos que el Espíritu Santo está activo en el mundo de hoy y que el bautismo del Espíritu Santo y los dones que lo acompañan y las características de la vida producidas por Su morada, son los privilegios de todos los creyentes del Nuevo Testamento. Jesús habló de dos tipos de bautismo: el bautismo en agua y el bautismo en el Espíritu. Jesús mismo fue bautizado en el río Jordán por Juan el Bautista. Después de su bautismo en agua, el Espíritu descendió sobre Jesús. Debemos seguir el ejemplo de Jesús y ser bautizados en agua y en el Espíritu Santo.
(Marcos 1:7-11; Juan 14:16-18; Hechos 1:5, 8, 2:1-4, 38-39, 4:31, 8:17, 10:44-45, 19:6; Deuteronomio 6:4, Isaías 61:1, Mateo 28:19, Lucas 1:35, Juan 5:21-23, Juan 14:10, Juan 14:16, Romanos 8:9-11, 1 Corintios 8:6, 2 Corintios 13:14, Hebreos 1:8-10, Santiago 2:19)
Como cristianos debemos amar a Dios y amar a los demás. Debemos adorar a Dios con gozo y procurar vivir una vida que le sea agradable tanto interior como exteriormente, en nuestros pensamientos, palabras y acciones. Tenemos el poder de vivir una vida agradable a Dios a través del Espíritu Santo. Como iglesia llena del Espíritu, creemos que los dones sobrenaturales del Espíritu son para la iglesia de hoy y están disponibles para todos los creyentes llenos del Espíritu.
(Marcos 12,28-31; 1 Corintios 12,8-10; 2 Corintios 7,1; Rom 8,13-14; Gálatas 5,19-26; Heb 12,14)
Creemos que la iglesia ha sido llamada a salir del mundo para ser un grupo de personas que siguen a Jesucristo plenamente y se aman unos a otros con sacrificio. Creemos que la iglesia, a través del poder del Espíritu Santo, está llamada a efectuar un cambio espiritual genuino en la comunidad. ¡Creemos que la iglesia local es la esperanza del mundo! La iglesia está llamada a ser un grupo de personas compuesto por muchos miembros; todos usando sus talentos y habilidades para la causa de Cristo.
(Mateo 28:19; 2 Corintios 5:20; Hebreos 10:23-25; Hechos 2:42-47, 17:6, 1 Pedro 2:5; 1 Corintios 12:12-26)
Creemos que el perdón de pecados se recibe por medio del arrepentimiento genuino, la confesión y el abandono del pecado. Creemos que el hombre es justificado por medio de la fe en el Señor Jesucristo
(Romanos 5:1; Hechos 2:38, 11:18, 17:30; Lucas 13:3; 24:47)
Creemos que todo hombre es nacido con una naturaleza pecaminosa y que el propósito de la cruz es el de redimir al hombre del poder del pecado. Creemos que la salvación está al alcance de todo aquel que la recibe. Creemos que la salvación es gratis y separada de toda obra de hombre y es el resultado de la gracia soberana de Dios
(Romanos 6:23; Efesios 2:8, 9; Juan 14:6, 1:12; Tito 3:5; Gálatas 3:26; Romanos 5:1)
Creemos que el vivir en santidad y la búsqueda de una vida santa debe ser la meta de cada creyente. Creemos que es nuestro deber el lavar y renovar nuestras mentes diariamente por medio de la Palabra de Dios. Creemos que el vivir en santidad será manifestado tanto en el interior como en el exterior del creyente. Creemos que el vivir en santidad se obtiene cuando aprendemos los caminos de Dios y cambiamos nuestra propia manera de pensar por la de El. Debemos ser conformados al Reino de Dios por medio del permitirle a Dios formar y moldearnos con sus manos
(Tito 2:11, 12; Hebreos 12:14; 1 Pedro 1:15-19)
Creemos que cada creyente tiene una relación única con Jesucristo. Como sus hijos, cada cristiano tiene acceso inmediato al trono de Gracia y la habilidad de manifestar el poder del Señor Jesucristo en su ministerio. Creemos que cada creyente tiene un lugar de ministerio en el Cuerpo de Cristo y debe utilizar los dones que el Espíritu Santo le ha dado
(1 Pedro 2:9; Hebreos 4:16)
El Evangelio es la buena noticia de que Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó. Expresamos nuestra creencia en el Evangelio a través de nuestra obediencia al Evangelio. Obedecemos el evangelio y lo aplicamos a nuestras vidas al arrepentirnos de nuestros pecados (muerte al pecado), ser bautizados en agua en el nombre de Jesucristo para el perdón de nuestros pecados (sepultura) y recibir el don del Espíritu Santo (resurrección). Esta triple experiencia es el patrón constante de conversión en la iglesia primitiva.
(1 Cor 15,1-4; 2 Tes 1,8; 1 Pe 4,17; Marcos 1,15; Hechos 15.7; Romanos 6,3-4; Hechos 2.4, 37-39; 8.9-17; 10.1-48; 19.1-7)
Creemos que cada hombre es mayordomo de su vida y recursos, los cuales esencialmente le pertenecen a Dios. Creemos que el dar el diezmo y ofrendas es una medida de obediencia a los principios basados en las escrituras sobre mayordomía
(Mateo 23:23; Malaquías 3)
Creemos en la manifestación de los dones del Espíritu. El ministra a su pueblo por medio de lenguas, interpretación de lenguas, profecía, palabras de conocimiento y sabiduría, discernimiento de espíritus, fe, milagros y sanidad
(1 Corintios 12; 14:12).
Creemos que el evangelismo es el deber y el privilegio de cada seguidor de Jesucristo. El Señor nos manda a ir y hacer discípulos en toda la tierra
(Mateo 28:18-20).
Creemos que todos los Cristianos deben participar de los elementos de la comunión que representan el cuerpo y la sangre del Señor Jesucristo. Es mediante la participación de la Santa Cena que proclamamos Su muerte hasta Su venida
(Mateo 26:26-30; Marcos 14:22-26; Lucas 22:19, 20; 1 Corintios 11:23-29).
Oración: Creemos que la oración es comunicación con Dios. La oración es un privilegio dado a cada creyente para comunicarse con su creador en una manera personal e intima. Creemos que la oración habilita a cada cristiano para recibir las promesas de Dios así como también poder y dirección espiritual
(2 Crónicas 7:14; 1 Timoteo 2:1; Efesios 6:18).
Creemos en adorar a Dios en espíritu, danza y por medio del levantar nuestras manos. Creemos que debemos alabar y adorarle con todo nuestro ser
(1 Timoteo 2:8; Efesios 5:19; Salmo 149).
Creemos que Dios ha ordenado a la familia como la institución fundamental de la sociedad. El matrimonio es la unidad entre un hombre y una mujer en un pacto de compromiso para toda la vida. El esposo y la esposa son de igual valor delante de Dios, ya que ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios. La relación matrimonial modela la forma en la que Dios se relaciona con Su pueblo.
Creemos que los hijos, desde el momento de la concepción, son la bendición y heredad del Señor. Los padres deben demostrar a sus hijos el patrón matrimonial de acuerdo a las Sagradas Escrituras. Los padres deben enseñar y guiar a sus hijos a tomar de decisiones basadas en la verdad bíblica, deben enseñarles valores espirituales y morales basados en la Palabra de Dios a través de un estilo de vida íntegro y consistente, y a través de su ejemplo y amorosa disciplina. Los hijos deben honrar y obedecer a sus padres
(Efesios 5:22-6:4; 1 Timoteo 2:11-15).
Creemos que habrá una resurrección corporal de todos los muertos; de los creyentes para bendición y gozo eternal con el Señor, y del el incrédulo para juicio y eterno castigo
(Mateo 25:41; Apocalipsis 20:7, 15; 21:18).
Reconocemos que los cristianos siempre han tenido diversidad en su teología y la seguirán teniendo hasta el regreso del Maestro mismo, por lo tanto creemos que es de vital importancia que procuremos mantener la unidad del Espíritu hasta que todos vengamos a la unidad de la fé, al mismo tiempo exhortando a todos los hermanos a no contender por los diferentes puntos de vista que solo llevan a romper la unidad del cuerpo.